A diferencia de otros lugares de población que se formaron progresivamente partiendo de una alquería, una torre, un palomar o una aldea, nuestro pueblo, La Raya de Santiago, nació en consonancia con unos planos bien trazados y con una adecuada distribución de solares para edificar casas y trazar calles. El terreno elegido no pudo ser más privilegiado: cerca de una acequia de aguas abundantes y limpias y junto a un Camino Real, vía pública muy importante en el siglo XVI que enlazaba dos núcleos de población de primer orden: Murcia capital y Alcantarilla, vía importante ya en aquellos años. Había también en el cruce entre la acequia y el camino, un molino harinero, muy notable para la economía de la época.
IMAGEN P. CECILO CERMEÑO |
Las tierras eran frondosas y productivas y la orografía jugaba también a su favor, pues a pesar de quedar muy cerca del río Segura y sus temibles avenidas, la situación del terreno propiciaba zonas relativamente seguras y a salvo de la furia de las aguas. Un sitio apropiado para el alumbramiento de un pueblo que auspiciado por un poderoso señor se consolidaría a partir del 18 de octubre de 1545 y como consecuencia de la devastadora riada (la de San Lucas) que asoló los lugares de la Puebla, la Ñora, Jabalí, el Palomar, Alcantarilla e hizo estragos en la propia Murcia.
La acequia que dió nombre y origen al pueblo aparece denominada Alfoz en el primer repartimiento de pagos de riego del que tenemos constancia, prácticamente recién conquistado el reino de Murcia a los musulmanes; este repartimiento tiene lugar en el siglo XIII (año 1272) y mediante él se asignan tierras fértiles a señores y caballeros cristianos en pago a sus muchos servicios. Esta partición la hace el rey Alfonso e interviene como juez don Gil García de Azagra; redacta el documento Juan García, escribano real y participa también el notario real de Andalucía García Domínguez. Nos encontramos así con el nombre primitivo de origen árabe de nuestra acequia, que se escribe indistintamente Alfoz o Alfox, proveniente del árabe Al-hauz. A principios del siglo XVI se hace un repartimiento de aguas a las acequias que dependen de la mayor de Barreras o Alquibla (cabildo de 22 de junio de 1510) y en este documento aparece ya el nombre de Raya para denominar a nuestra acequia y será usado, conjuntamente con la antigua nominación hasta bien entrado el siglo XIX. Acerca del origen del topónimo Raya hay varias teorías sin que, a ciencia cierta, podamos establecer de manera definitiva cuál es el origen o antropónimo exacto.
Según Robert Pocklinton "Raya" puede provenir de Al raç-iyya, que posteriormente derivaría en Arraía y de ahí en Raya, sin embargo es poco sostenible que entre finales del siglo XV y principios del XVI, ya plenamente consolidado el dominio cristiano en el reino de Murcia, se opte por rebautizar la vieja Alfoz árabe con otro nombre de etimología similar. Lo más lógico es suponer que se le asignara un nombre "cristiano" o de este origen, por lo que cabe señalar como muy probable que el topónimo Raya provenga del apellido de un rico hacendado de origen aragonés, Bernardo de Rayat, que poseyó muchas tierras por estos pagos y del que se utilizaría para rebautizar la acequia.
Hay otras teorías de menor entidad y algunas leyendas que no pueden tenerse en cuenta por carecer de rigor histórico.
Rodrigo de Puxmarín no tiene la más mínima duda del nombre con el que ha de bautizar al nuevo lugar por él fundado: La Raya de Santiago (La Raya por el nombre de la acequia y Santiago en honor al Apóstol a cuya orden militar pertenece como caballero desde 1539 y de la que llegará a ser comendador) y así lo hace constar solemnemente en la primera Carta Puebla que otorga a finales de1545 ante el notario de Alcantarilla Damián Bernard Palomeque; este escribano fallece antes de tener ordenada la escritura, por lo que se redacta un nuevo texto similar al anterior ante Bartolomé de Borovía, el 25 de febrero de 1548. Esta Carta Puebla es la que ha trascendido hasta nosotros y cuyo original, transcrito y profundamente estudiado por expertos como María Teresa Pérez Picazo y el francés Guy Lemeunier, se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Murcia y contiene las cláusulas y condiciones por las que los 37 primeros pobladores aceptan un cuarto de tahúlla para edificar sus casas y los impuestos que debían pagar al señor en concepto de "luismo y fadiga", ya comentados anteriormente en algunas publicaciones, artículos y conferencias.
Será La Raya de Santiago un nuevo lugar de población muy próspero y rico que en menos de cincuenta años alcanzará unas cotas de población notables para la época (un censo de 1587 nos asigna 103 cabezas de familia, solo superados por Alcantarilla, con 300, y muy por encima de lugares como Espinardo, la Puebla, la Ñora, el lugar de Macías Coque...). Rodrigo de Puxmarín, hombre de carácter enérgico y autoritario, no dudará en convertir el Mayorazgo por él fundado y su anexo - La Raya de Santiago - en un lugar fértil y rico, haciendo que sus tierras arrendadas en condiciones muy ventajosas para él a siervos y vasallos, tengan una gran producción, aunque para ello tenga que enfrentarse a otros notables murcianos en un asunto tan vital para esta tierra como es el agua de riego, que él aprovecha al máximo y por la que pleitea contra el propio consistorio murciano del que es regidor, en demanda de más cuota para sus tierras y molinos, sin importarle que otros señores le acusen de tomar mucha más agua de la que le corresponde, y dejar menguados caudales a otros señoríos limítrofes.
Así se consolida en el siglo XVI este pueblo fundado tras una riada, al cobijo de una acequia que le da nombre y vida, una acequia con tres nombres propios (podría decirse que correspondientes a épocas bien definidas) y que son: Alfox, Raya y Puxmarina.
Según Robert Pocklinton "Raya" puede provenir de Al raç-iyya, que posteriormente derivaría en Arraía y de ahí en Raya, sin embargo es poco sostenible que entre finales del siglo XV y principios del XVI, ya plenamente consolidado el dominio cristiano en el reino de Murcia, se opte por rebautizar la vieja Alfoz árabe con otro nombre de etimología similar. Lo más lógico es suponer que se le asignara un nombre "cristiano" o de este origen, por lo que cabe señalar como muy probable que el topónimo Raya provenga del apellido de un rico hacendado de origen aragonés, Bernardo de Rayat, que poseyó muchas tierras por estos pagos y del que se utilizaría para rebautizar la acequia.
Hay otras teorías de menor entidad y algunas leyendas que no pueden tenerse en cuenta por carecer de rigor histórico.
Rodrigo de Puxmarín no tiene la más mínima duda del nombre con el que ha de bautizar al nuevo lugar por él fundado: La Raya de Santiago (La Raya por el nombre de la acequia y Santiago en honor al Apóstol a cuya orden militar pertenece como caballero desde 1539 y de la que llegará a ser comendador) y así lo hace constar solemnemente en la primera Carta Puebla que otorga a finales de1545 ante el notario de Alcantarilla Damián Bernard Palomeque; este escribano fallece antes de tener ordenada la escritura, por lo que se redacta un nuevo texto similar al anterior ante Bartolomé de Borovía, el 25 de febrero de 1548. Esta Carta Puebla es la que ha trascendido hasta nosotros y cuyo original, transcrito y profundamente estudiado por expertos como María Teresa Pérez Picazo y el francés Guy Lemeunier, se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Murcia y contiene las cláusulas y condiciones por las que los 37 primeros pobladores aceptan un cuarto de tahúlla para edificar sus casas y los impuestos que debían pagar al señor en concepto de "luismo y fadiga", ya comentados anteriormente en algunas publicaciones, artículos y conferencias.
Será La Raya de Santiago un nuevo lugar de población muy próspero y rico que en menos de cincuenta años alcanzará unas cotas de población notables para la época (un censo de 1587 nos asigna 103 cabezas de familia, solo superados por Alcantarilla, con 300, y muy por encima de lugares como Espinardo, la Puebla, la Ñora, el lugar de Macías Coque...). Rodrigo de Puxmarín, hombre de carácter enérgico y autoritario, no dudará en convertir el Mayorazgo por él fundado y su anexo - La Raya de Santiago - en un lugar fértil y rico, haciendo que sus tierras arrendadas en condiciones muy ventajosas para él a siervos y vasallos, tengan una gran producción, aunque para ello tenga que enfrentarse a otros notables murcianos en un asunto tan vital para esta tierra como es el agua de riego, que él aprovecha al máximo y por la que pleitea contra el propio consistorio murciano del que es regidor, en demanda de más cuota para sus tierras y molinos, sin importarle que otros señores le acusen de tomar mucha más agua de la que le corresponde, y dejar menguados caudales a otros señoríos limítrofes.
Así se consolida en el siglo XVI este pueblo fundado tras una riada, al cobijo de una acequia que le da nombre y vida, una acequia con tres nombres propios (podría decirse que correspondientes a épocas bien definidas) y que son: Alfox, Raya y Puxmarina.
P. C. Cermeño Martínez
Centro de Estudios Rayeros
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