ALQUERÍA DE ALFOX - S.XVI |
“…Sea notorio a todos cuantos la presente bieren e oyeren
como yo, Rodrigo
de Puxmarín y
Soto, cavallero de la Orden y caballería del Señor Santiago,
vezino y regidor que soy de la mui noble e mui leal
ciudad de Murcia he
fecho e hago vn
lugar e poblazion en la guerta e término de la dicha ziudad
de Murcia, en mi propia tierra que tengo junto a la
acequia de La Raya
e a el camino publico que va de la dicha çiudad a la
villa del Alcantarilla,
que tiene por nombre el dicho lugar La Raya de Santiago…”
No cabe la menor duda que el fundador, Rodrigo de
Puxmarín, aprovecha la ocasión que le brinda esta catastrófica riada para
separar la heredad y los bienes que poseía conjuntamente con su hermana
Catalina de Puxmarín y Soto (esposa del Señor de la Añora, Alonso Vozmediano
Arróniz) y fundar un nuevo lugar de población que sería poco más tarde el
Señorío de La Raya de Santiago, uniendo los nombres de la acequia (Raya) y el
de la orden militar a la que pertenecía (La Orden de Santiago) e incorporarla
posteriormente al Mayorazgo que legalmente quedó constituido junto a todos los grandes
bienes, tierras y propiedades que poseía, el 15 de abril de 1551, al hacer la
Escritura de Mayorazgo ante Bartolomé de Borovía, el mismo escribano que
redactó la segunda y definitiva Carta Puebla, tres años antes. En este texto
legal también leemos:
“…Item, nuestra puebla e lugar que se dice La Raya de
Santiago, en la dicha
huerta, jurisdiçion
e término des la dicha çiudad de Murcia, junto a la
dicha açequia de
La Raya e al dicho camino público que va a la villa
del Ancatarilla,
en que es y tenemos propio nuestro en el dicho lugar, unas casas
de nuestra morada e
una carneçería e un horno de cozer pan,
con todo el dominio, derecho e acción que nos compete e
pertenesçe
sobre el dicho lugar, suelo y eazino del ( de él)….”
¿Porqué desapareció el nombre histórico del pueblo? No es solo una causa, sino muchas, las que hicieron
posible que, en la práctica, este
topónimo original cayera en desuso. En primer lugar el propio término La Raya,
como nombre de la acequia, era suficientemente conocido desde principios del
siglo XVI, por lo que su uso y definición señalaba exactamente el lugar, sin
necesidad de pronunciar el nombre completo del pueblo recién fundado; también
la tendencia al uso de abreviaturas, tanto orales como escritas, propició que
el nombre original fuese perdiendo importancia (hemos encontrado escritos en
los que se menciona solo la palabra Raya, o Raia, sin el artículo y sin más) e incluso
en escrituras de donación que Puxmarín recibe para ensanchar las posesiones de
su Mayorazgo y Señorío anexo, suele mencionar mi lugar de La Raya (sic). Cabría
mencionar también que fue determinante la singularidad del nombre, suficiente
para identificarlo sin ningún género de duda, muy al contrario que Rincón o Jabalí
que sin el topónimo completo “de Seca, de Beniscornia, Nuevo o Viejo” causaría
confusión a la hora de su identificación y correcta ubicación.
¿Queremos los rayeros recuperar nuestro legado histórico?
Hay un importante sector de la población que pretende recuperarlo. Y esta
pretensión está avalada no solo por la documentación histórica existente, sino
por Entidades y personas de indiscutible calidad académica que con su aquiescencia
autorizan y avalan la legitimidad de esta pretensión. Entre ellas cabe citar a
la Real Academia de la Historia “Alfonso X El Sabio” de la ciudad de Murcia con
el catedrático don Ángel Luis Molina como firmante de tan importante dictamen.
También avalan este proyecto los catedráticos de Historia, don Pedro Olivares
Galvañ y doña Concha Sánchez Meseguer, autores del libro “ El Mayorazgo de
Puxmarín y el Señorío de La Raya de Santiago” (Editado en 2002 por la Real
Academia y el Ayuntamiento de Murcia); los catedráticos de Historia, ya
fallecidos, don Guy Lemeunier y doña Maria Teresa Pérez Picazo, que
transcribieron la Carta Puebla de 1548; el licenciado en Historia don Juan José
Franco Manzano, historiador y Cronista oficial de Puebla de Soto, autor de
“Memoria Histórica de Puebla de Soto” (1ª edic. 2007) y doña Aurora Lema Campillo,
Etnógrafa y Licenciada en Antropología Social y Cultural quien avala la
recuperación histórica, no solo por las razones y motivos antedichos, sino como
una pretensión legalmente ajustada al concepto de Patrimonio Cultural
Inmaterial y como toponimia asociada al idioma que contempla el Artículo 2 de
la Convención para la Salvaguarda del
Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.
Razones históricas, documentales y jurídicas, reconocidas
incluso por organismos internacionales, tenemos sobradamente. Solo falta que la
Junta Municipal rayera, como representante legal de la comunidad vecinal,
lidere esta iniciativa e incoe el preceptivo Expediente y Petición ante el
Organismo autonómico competente para que nuestro pueblo recupere esa parte
esencial de su legado histórico. Otras poblaciones vecinas también pretenden recuperar
y están en vías de obtener la toponimia perdida. Es el caso de Guadalupe de
Macías Coque, Alberca de las Torres o El Palmar de don Juan. No hacerlo los rayeros, cuando la autenticidad
histórica está sobradamente demostrada y avalada, sería simplemente un acto de desidia o un
inconfesable y absurdo sectarismo, que tanto daño han hecho a la cultura y al
patrimonio popular desde tiempos inmemoriales, cuando no por aviesas y
bastardas razones, impropias de una sociedad culta y avanzada en los albores
del siglo XXI.
Centro de Estudios Rayeros de
La Raya de Santiago (Murcia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recordamos a nuestros lectores la posibilidad de expresar su opinión, aunque no serán publicados aquellos comentarios ofensivos, violentos, que realicen spam o contengan demasiadas faltas de ortografía. No se trata de censura, sino de civismo.